Otro proyecto significativo sería su labor en torno a su trabajo de investigación y estudio de la fotografía cubana. Se acercaba una fecha histórica como era el centenario aniversario de la separación de Cuba con España, y desde aquí se estaban haciendo los trámites para acometer una exposición en donde se recogiera una parte histórica importante de la fotografía cubana. Al final y después de varios intentos fallidos, Mestizo, y en concreto, su director, Paco Salinas, apostó por el proyecto. Y así, con unos cuantos meses solo de por medio, se realizó esta exposición y libro, en el que desde mucho antes, Díaz Burgos había estado trabajando. Su conocimiento de la fotografía cubana se remonta a varios años atrás. De la mano de sus buenos amigos los foto-historiadores, Rufino del Valle, Ramón Cabrales y Jorge Oller, aprende los inicios y las diferentes etapas de la fotografía cubana.bPosteriormente trabajo e investigó en todos los archivos más importantes de La Habana, como la Fototeca, la Biblioteca Nacional, Casa de América, así como archivos privados y de autores contemporáneos, con el fin de editar y seleccionar la obra a exponer. El positivado de parte de la obra se realizó en la misma Fototeca cubana, y el resto en Madrid. De esto, así como de trabajar también en la selección de la obra se encargo magistralmente, Juan Manuel Castro Prieto. La dirección y diseño del libro corrió a cargo de Paco Salinas. El trabajo de “intendencia” se realizó en la Fototeca de La Habana, estando a cargo de su director, Mario Díaz, que igualmente participó en la selección de la obra. Esta experiencia maravillosa le proporcionó igualmente el conocimiento de la historia fotográfica de un país hermano y querido, que aunque ampliamente conocido por él, lo acercó aún mucho más. Se podrían igualmente narrar cientos de historias, pero solo apuntar tres de ellas. La primera, su entrañable relación con Alberto Díaz “Korda” tan larga de contar, como especial. Muchísimos momentos mágicos vividos con este querido amigo, tanto en La Habana, como posteriormente en Cartagena. La segunda la satisfacción de ser de las poquísimas personas que se le ha permitido estudiar todo el archivo correspondiente a Generoso Funcasta, y por último la magnífica relación con sus colegas contemporáneos, y en especial con sus “hermanos” cubanos,Raúl Cañibano, Enrique de la Uz, Cristobal Herrera y Mario Díaz.